Desde el inicio, las
cosas fueron diferentes en Medina. Mahoma ya tenía un buen número de seguidores
allí, así que una vez que llegaron sus seguidores de La Meca, se encontró con
un grupo considerable de personas, entre los que se incluían algunos de los
guerreros más fieros de La Meca. Lo más importante fue que, a diferencia de la
gente de La Meca, los clanes de Medina ya estaban muy divididos. Dado que los
musulmanes querían permanecer unidos, Mahoma se convirtió en el hombre más
poderoso de Medina. Los clanes medinenses también le otorgaron el poder de
mediar en las disputas, pues creían que sería un buen árbitro neutral.
Mahoma se dedicó de
inmediato a consolidar su poder: mandó construir una mezquita y una serie de
edificaciones cerca para su uso, el de sus seguidores y el creciente número de
esposas. Escribió una carta que sería la base del derecho en Medina. Esta ley
se fundamentaba en dos conjuntos distintos de normas. Uno de ellos se debía
aplicar a los musulmanes y el otro a los kuffar (no musulmanes). Estas normas
eran conocidas como la Ley Sharía.
Mahoma dividió el mundo
en musulmanes, los que creían en él, y kuffar, los que no.
Esta división quedó
reflejada en la ley y se convirtió en la base de la religión islámica.
A partir de ese
momento, todos los musulmanes pasaron a ser miembros de una nación, la Ummah y
tenían la obligación de ayudar a los demás musulmanes, sobre todo en los
conflictos contra los kuffar.
Un musulmán no puede
matar a otro musulmán, ni ayudar a un kafir a matar a un musulmán.
Los musulmanes juraban
vengar la violencia sufrida por cualquier musulmán. Los judíos que fueran
aliados de los musulmanes recibirían un trato justo. Pero si iban a la guerra
con los musulmanes tendrían que correr con parte de los costes. También estaban
obligados a acudir al auxilio de los musulmanes si les atacaban. Mahoma era el
juez final en todas las disputas y desacuerdos. El mundo ahora estaba dividido
en dos partes: la tierra del islam (Dar al-Islam), gobernada por la Ley Sharía,
y la morada de la guerra (Dar al-Harb), que comprende el resto del planeta.
Esta división sigue siendo hoy en día un componente clave del islam.
Este nuevo código legal
convirtió a los no musulmanes en ciudadanos de segunda clase.
Para evitar esta
discriminación y debido a la presión que soportaban, muchos árabes se
convirtieron al islam, incluso si no eran realmente creyentes. Mahoma llamaba
«hipócritas» a estos supuestos musulmanes. Mahoma ya era tan poderoso en Medina
que ningún árabe se atrevía a criticarle abiertamente.
Comentarios del autor:
A partir de este punto,
la historia resulta más sorprendente y, para ser fiel a la autenticidad, voy a
incluir con frecuencia citas de los libros sagrados del islam. Sin embargo,
antes de hacerlo, me gustaría dar al lector un poco de información sobre los
mismos y sobre cómo encajan entre sí.
Estos libros se pueden
considerar una trilogía, formada por La
Sira, (Sirat Rasul Allah de Ibn Ishaq), el Hadiz y el
Corán. La Sira, que constituye la
base de gran parte de lo que está leyendo, es una biografía y no necesita mucha
más explicación. Las citas que provienen de La
Sira de Ishaq estarán precedidas de la letra «I» seguida por un número
relacionado con los números al margen en el texto original.
Un hadiz es una
historia breve o «tradición», generalmente ocupa un párrafo y el narrador es
uno de los compañeros de Mahoma que habla sobre algo que él dijo o hizo. Lo que
resulta confuso es que un conjunto de hadices reciba el nombre de Hadiz. Estas
historias nos han llegado a través de varias versiones, es un poco como los
susurros chinos. Muchos de los que las han recopilado no han sido rigurosos a
la hora de verificarlas y han creado hadices que se consideran poco fiables o
«flojos».
Hay dos recopilaciones
que son las más valoradas de todos: el hadiz de Al-Bukhari y el de Abu
Al-Husayn Muslim. A menudo, al hablar de estas colecciones de historias, se las
define como sahih (por ejemplo, sahih Bukhari), que significa «auténtico» en
árabe. Cualquier cita utilizada tendrá como fuente estos dos hadices
«canónicos», si bien también hay otros cuatro que se consideran «fiables».
Los estudiosos del
islam a menudo buscan entre las recopilaciones de los hadices poco fiables para
encontrar más información acerca de la vida de Mahoma que no se encuentre en
los hadices más conocidos y respetados. Sin embargo, no se aceptará como
correcta ninguna información que contradiga lo dicho por el hadiz Bukhari o el Muslim. La idea de que una «mayor» yihad significa «esforzarse por
mejorar» proviene de una recopilación poco fiable de hadices[1].
El Corán
En cierto modo, el Corán es el más importante de los tres
libros. Representa aproximadamente el 18 % de la doctrina islámica, incluso
menos si no tenemos en cuenta la cantidad de repeticiones que contiene. Aun
así, es muy relevante puesto que se trata de la palabra literal de Dios, su
último mensaje a sus fieles seguidores y es perfecto en todos los sentidos.
Para dar otro ejemplo
de la seriedad con la que los musulmanes tratan este tema, los fabricantes de
alfombras persas que crean esos diseños increíblemente hermosos y complejos con
lana y seda, siempre dejan un pequeño fallo en las alfombras (aunque ni yo ni
usted seremos capaces de encontrarlo) porque creen que solo el Corán es perfecto y por eso, nada más
debería serlo.
Para reforzar este
nivel de importancia, voy a destacar las citas extraídas del Corán.
El Corán no
es similar a la Biblia, que se puede entender con solo leerla. En primer lugar,
no se ha escrito en orden cronológico. Los capítulos están ordenados por su
longitud, el primero es el más largo y el último el más corto, para que así
resulte más fácil memorizarlos.
Solo por este motivo,
su lectura ya debería resultar algo confusa, pero para hacer las cosas más
complicadas, los primeros versos quedan reemplazados o derogados («abrogados»)
por los últimos.
Mahoma dijo que el Corán era literalmente la Palabra de
Dios. Pronto la gente se dio cuenta de que algunas partes del Corán contradecían otras. Cuando le
preguntaron por esto, Mahoma respondió con un nuevo verso:
2:106 Cualquiera de nuestras revelaciones (versos) que
abrogamos o que se olvida, será sustituida por algo mejor o similar. ¿No sabes
que Dios tiene poder sobre todas las cosas? ¿No sabes que Alá reina soberano
sobre cielo y tierra y sin él no tienes ni protector ni ayuda?
De hecho, hasta 225
versos del Corán son derogados
(reemplazados) por versos posteriores.
Puesto que el Corán no se ha escrito siguiendo un
orden cronológico y dado que hay versos que abrogan los anteriores, resulta
imposible comprender su significado sin saber el orden en el que fue escrito.
Para esto es necesario leer a su vez otros textos sagrados del islam: la Sira y el Hadiz.
Otro obstáculo para la
comprensión del Corán es el hecho de
que los musulmanes aseguren que su significado no se puede traducir a ningún
otro idioma. Por supuesto, esto es ridículo.
El Corán se ha traducido muchas veces y todas estas traducciones son
bastante similares. El Corán está
escrito en forma de poema, lo que facilita la tarea de memorizarlo. No
obstante, cuando se traduce a otra lengua, se pierde la forma poética y permanece
el significado que encierra.
Tan solo uno de cada
cinco musulmanes habla árabe y de estos muy pocos entienden a la perfección el
árabe de hace 1300 años en el que se escribió el Corán. Por eso, estudiar el Corán
es complicado incluso para los musulmanes. Para los kuffar (no musulmanes) es
aún más difícil. Hasta hace poco, el Corán,
así como otros de los libros sagrados del islam, nunca había sido separado en
partes que luego se habían vuelto a ordenar para dar una idea más clara y
concisa del contenido y hacer que cualquier seglar pueda entenderlo.
Puede resultar tentador
pensar en estos puntos como pequeñas manías de una religión que en el fondo es
similar a la nuestra. También es cierto que la iglesia católica se negó en su
día a aceptar cualquier traducción de la Biblia que no fuera la versión en
latín. Sin embargo, una vez que superamos esas barreras y nos encontramos con
el verdadero mensaje del islam, queda clara la razón detrás de todo esto.
Aunque Mahoma aseguró
que el Corán era la palabra final de
Dios y que contenía todo lo que necesitamos saber, en realidad su ámbito es
bastante limitado. Por eso, a pesar de que es el libro sagrado más venerado, si
nos centramos en el punto de vista de la comprensión del texto, quizás sea el
menos importante. Lo cierto es que apenas hay suficiente información en el Corán sobre los famosos cinco pilares
del islam como para poder llevar a cabo uno de los mismos. Lo que el Corán nos repite en varias ocasiones es
que para ser un verdadero musulmán es necesario seguir el ejemplo de Mahoma,
ejemplo que se encuentra en La Sira y el Hadiz (la «Sunnah» de Mahoma).
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