Los musulmanes son
seres humanos igual que todos los demás. Cualquiera puede convertirse en
musulmán, basta con repetir un testimonio de fe en árabe tres veces. Sin
embargo, el islam no es un ser humano y tampoco es únicamente una religión, más
bien es un sistema. Se trata de un sistema diseñado por Mahoma y, en menor
medida, por los primeros seguidores, para dominar el mundo incluso por la
fuerza si es necesario.
Una vez que esto se
consiga, el resto de culturas serán destruidas y quedarán reemplazadas por una
monocultura islámica. Si esta valoración es correcta, aunque solo sea en parte,
entonces deberíamos tener un debate documentado y muy serio como mínimo sobre
las implicaciones del creciente poder del islam.
A pesar de que esta
idea pueda parecer algo exagerada, ya sabemos que, en primer lugar, encaja con
los objetivos del islam, que quedan claramente establecidos en la doctrina
islámica; y en segundo lugar, basta con echar un vistazo a la influencia
islámica en el mundo hoy para ver todos los resultados que cabría esperar si
dicho plan estuviera en marcha. Hay que tener en cuenta que lo que he expuesto
hasta ahora en el libro no es más que la punta del iceberg.
Por ejemplo, ¿cuántas
personas han oído hablar de las Z.U.S.? Imagino que lo más seguro es que no
muchos. El acrónimo Z.U.S. (Zones Urbaines Sensibles, o Zonas Urbanas
Sensibles), que no resulta muy descriptivo, fue adoptado por el gobierno
francés para designar a aquellas zonas del país habitadas sobre todo por
inmigrantes pobres (mayoritariamente musulmanes)[1]. Los no musulmanes entran allí por
su cuenta y riesgo. La policía y el ejército entran en estas zonas únicamente
si así se lo ordenan y no de buen grado.
La mayoría de estas
áreas aplican la Ley Sharía al menos en cierta medida. En 2006, según el
gobierno francés, había al menos 751 zonas urbanas sensibles y un 8 % de la
población francesa vivía allí. Las Z.U.S están enumeradas de forma útil en una
página web del gobierno que incluye mapas de las calles[2]. Por lo que sabemos sobre las estadísticas
demografías y la inmigración musulmana (y las previsiones del gobierno lo
confirman) podemos tener por seguro que estas zonas crecerán exponencialmente
en las próximas décadas.
Piense en eso durante
un instante, el 8 % de la población francesa vive bajo la ocupación de una
potencia extranjera y esto ni siquiera ha merecido una mención por parte de la
prensa. Claramente aquí está pasando algo muy extraño, algo que no se explica
con la versión oficial de que «los musulmanes son las pobres víctimas de la
agresión occidental».
Nadie sabe qué va a
pasar en el futuro, pero parece que nos encontramos en el punto de inflexión
entre dos posibles escenarios: uno pesimista y uno optimista.
En la primera opción,
los musulmanes seguirán aumentando en número y poder en todo Occidente. La
inmigración y la elevada tasa de natalidad supondrán un mayor poder político
ayudado por el dinero de la Ummah internacional. Se producirá una reducción
constante de las libertades, sobre todo de la libertad de expresión y culto. La
gente que se oponga a este proceso públicamente será víctima de difamación,
persecución, amenazas y quizás incluso asesinato. La Ley Sharía reemplazará el
derecho secular occidental poco a poco pero con firmeza y los no musulmanes
sufrirán cada vez más la discriminación y privación de derechos, contra lo que
no podrán luchar. Momentos esporádicos de resistencia a este proceso recibirán
como respuesta disturbios y castigos al azar, seguidos de medidas enérgicas y
duras por parte del gobierno contra los responsables de la violencia (los no
musulmanes). Por supuesto, el objetivo final es obtener una sociedad islámica
regida por la Ley Sharía en la que los no musulmanes vivan como dhimmis,
pagando el impuesto de capitación a los musulmanes y siendo humillados.
Lo que da miedo, aunque
no es políticamente correcto decirlo, es que gran parte de esto ya está
sucediendo y el resto ya ha tenido lugar muchas veces en la historia, así que
no es que no existan precedentes. Es difícil saber lo que tardará este proceso
pero supongo que dentro de treinta años nuestras sociedades no se parecerán en
nada a las actuales y muchos de nosotros aún estaremos por aquí explicando a
nuestros nietos cómo ocurrió todo.
En el escenario
optimista las cosas se desarrollarán de forma muy distinta. La gente empezará a
comprender realmente de qué trata el islam. Muchos se documentarán y animarán a
otros a hacer lo mismo, por lo que se iniciará un debate serio. Los musulmanes
tendrán que responder a preguntas complicadas acerca de sus creencias y no se
librarán solo por ser políticamente correctos. Los musulmanes que hayan sido
partidarios o participes de acciones violentas de resistencia a este proceso
serán condenados con años de cárcel o serán deportados. Se reafirmarán
principios como el imperio de la ley, la igualdad y la libertad de expresión y
todos los ciudadanos deberán defenderlos. Los musulmanes que quieran conservar
su fe deberán comprender lo que eso supone y proporcionar garantías sólidas de
que esa decisión no dará lugar a comportamientos inaceptables. Imagino que la
gran mayoría rechazará gran parte, o la totalidad, de las enseñanzas del islam
y que los antiguos musulmanes serán los más interesados a la hora de pedir una
prohibición total.
Solo se puede dar una
de estas opciones. ¿Cuál será la que se convierta en realidad? Eso depende de
usted en gran parte. Es una de las pocas personas que comprende el tema y ahora
tiene la posibilidad de tomar una decisión: ignorar esta información y esperar
a que otro haga algo (cosa que no pasará) o dar una serie de pasos sencillos
para asegurarse de que la opción posible es la número dos. Eso significa
terminar de leer este libro, investigar un poco por su cuenta (si quiere) y
luego compartir el libro y el conocimiento adquirido con tantas personas como
sea posible. El mejor modo de hacerlo se explica en el siguiente capítulo pero,
tenga en cuenta que el mundo cuenta con usted y los que le rodean para que
informen y motiven a otros. Nuestros antepasados pagaron con su sangre el que
hoy tengamos libertad, basta un pequeño esfuerzo para asegurar que nuestros
hijos no la pierdan.
Una de las maneras en
las que puede marcar la diferencia es simplemente dejar una buena reseña del
libro en Amazon.es. Esto es muy importante pues, como seguramente ya sepa,
muchos leen las reseñas antes de comprar un libro, así que dedique unos minutos
a hacerlo.
Antes de que escriba la
reseña, quiero avisarle de que es mejor evitar las críticas al islam o a los
musulmanes, después de leer el siguiente capítulo comprenderá el motivo.
Comentarios como «Me ha abierto los ojos» o «Este libro es fantástico» pueden
ser muy útiles. También le animo a que medite sobre el número de estrellas que
va a dejar en la reseña. Una media de cinco estrellas en Amazon es algo así
como el Santo Grial en el índice de credibilidad de un libro. Muy pocos lo
consiguen y los que lo hacen, destacan de entre los miles de libros
disponibles. Una sola reseña con cuatro estrellas ya baja la media a 4,9. La
diferencia aquí es el peso que esto tendrá peso en la decisión de compra, por
eso, piénselo bien antes de votar por el libro si no va a darle cinco
estrellas.
Si quiere hacer más,
puede buscar la dirección de correo del político que representa su municipio y
enviarle este libro. De hecho, puede enviárselo a cualquiera que usted
considere que pueda beneficiarse del conocimiento que transmite, ya sea a
editores de periódico, jueces, directores de centros educativos, profesores de
universidad, etc. cuantos más, mejor. (Consejo: a la mayoría les gusta leer el
libro en papel, no en el ordenador pero si quiere copias electrónicas en inglés
puede ponerse en contacto conmigo).
Si encuentra un
artículo sobre el islam en el periódico local, vaya a la sección de comentarios
y recomiende que compren este libro en Amazon o en cualquier librería (los
periódicos de tirada nacional no suelen permitir esto).
Si le han prestado este
libro, es posible que quiera comprarlo (o comprar dos) para prestarlo a otros.
Esto es útil por dos motivos: en primer lugar, más gente puede leerlo y en
segundo lugar, permite que el libro suba puestos en la lista de más vendidos en
Amazon, lo que hace que sea más visible para el público en general.
Si no está de acuerdo
con lo que he escrito, hay otros seis mil millones de persona que opinan lo
mismo. Sin embargo, una de las personas que estaba de acuerdo conmigo era el
holandés Theo van Gogh, nieto del hermano menor de Vincent van Gogh. Fue
suficientemente valiente como para rodar un corto sobre el islam titulado
Submission (sumisión), que mostraba algunas de las realidades que plasma este
libro.Esta es la última foto de Theo van Gogh, después de recibir un disparo y
ser brutalmente apuñalado hasta la muerte por un musulmán. Todavía se puede ver la daga en su pecho.
Él es uno de los
aproximadamente 270 millones de personas asesinadas por la yihad en los últimos
1400 años.[3] En los doce años que han
transcurrido desde el once de septiembre, se han producido más de 21.000
atentados terroristas perpetrados por musulmanes.[4] No podemos esperar que se detengan
a menos que la gente descubra la verdad sobre Mahoma y el islam.
Voy a terminar con una
cita de Winston Churchill. Antes de la Segunda Guerra Mundial, prácticamente
todo el mundo opinaba que Hitler y el partido Nazi no eran más que un grupo de
patriotas que querían restaurar el orgullo alemán y reavivar la economía del
país.
Churchill ignoró la
opinión popular y les calificó de totalitaristas peligrosos y supremacistas.
Por Esto todos le recriminaron que era
un belicista (aún no habían inventado términos como «incitador al odio» o
«antinazi»).
Lo que muy pocos saben
hoy en día es que, de joven, Churchill luchó contra los musulmanes en Sudán.
Entonces intentaban aniquilar a los cristianos en el sur del país (las cosas no
han cambiado mucho). En sus
memorias escribió lo siguiente:
«¡Qué terribles son las maldiciones que el Mahometismo establece en sus
devotos! Además del frenesí fanático, que es tan peligroso en un hombre como la
hidrofobia en un perro, hay esa apatía fatalista que es temerosa. Los efectos
son evidentes en muchos países, los hábitos imprevistos, desaliñados, sin
sistemas para la agricultura, métodos lentos de comercio y la inseguridad de la
propiedad existe dondequiera que los seguidores del Profeta se instalen o
vivan. Un degradado sensualismo priva a sus vidas de la gracia y el
refinamiento, los aleja de su dignidad y santidad.
El hecho que en la ley mahometana cada mujer debe pertenecer a un hombre
como de su absoluta propiedad, ya sea como un niño, una esposa o una concubina,
retrasa la extinción definitiva de la esclavitud y hasta la fe del Islam ha
dejado de ser una gran potencia entre los hombres. Los musulmanes individuales
pueden mostrar cualidades espléndidas, pero la influencia de la religión
paraliza el desarrollo social de aquellos que lo siguen. No existe ninguna
fuerza retrógrada más fuerte en el mundo. Lejos de ser moribundo, el
Mahometismo es militante y proselitista de su fe. Ya se ha extendido a lo largo
de África Central, crían a guerreros sin miedo a cada paso y si no fuera que el
cristianismo está protegido en los fuertes brazos de la ciencia, la ciencia
contra la cual han luchado en vano, la civilización de la Europa moderna podría
caer, como cayó la civilización de la antigua Roma.»[5]
Antes me preocupaba que
nadie parecía estar de acuerdo con lo que yo decía. Una vez que descubrí que
Churchill compartía mi opinión, dejé de agobiarme.
Quiero dar las gracias
a los lectores que han llegado hasta aquí. Espero que os haya gustado y que lo
hayáis entendido y que os inspire a compartir esta información con todas
aquellas personas que penséis puedan estar interesadas en leerla, ahora que
todavía es posible hacerlo.
Una última cosa,
siempre estoy pensando en cómo podría mejorar este libro. Si realizo cambios
importantes, como añadir nuevos capítulos, los incluiré en mi blog (en inglés):
http://thestoryofmohammed.blogspot.com.au
También publicaré en el
blog la información sobre mi próximo libro, sea el que sea. Si quiere recibir
notificaciones con estos datos, puede escribir un correo (en inglés) a la
siguiente dirección:
harryyo@gmail.com
[5] Sir Winston Churchill (El río de la guerra, primera
edición, Vol. II, páginas
248-50. Londres: Longmans, Green & Co.; 1899)
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