Cuando tenía aproximadamente
cuarenta años, Mahoma se marchaba a hacer retiros espirituales que duraban
meses y en los que rezaba y llevaba a cabo prácticas religiosas de los Quraish.
Empezó a tener visiones en las que el ángel Gabriel le visitaba. Aseguraba que
Gabriel le mostraba las Escrituras y le decía que tenía que recitarlas para así
enseñárselas a sus seguidores. Esto luego lo escribieron dichos seguidores y se
convirtió en los que hoy conocemos con el nombre del Corán. Su mujer Jadiya le apoyó y fue la primera persona en
convertirse a la nueva religión del islam, que en árabe significa «sumisión».
Pronto, el hijo adoptado de Mahoma y otros miembros de la familia siguieron el
ejemplo de Jadiya. Con el tiempo también se unieron personas que no pertenecían
a la familia. A medida que Mahoma tenía más seguidores, fue ganando en
seguridad y no transcurrió mucho antes de que empezase a predicar sobre su
nueva religión de forma bastante desenvuelta.
Al inicio esto no supuso ningún
problema. Los Quraish eran muy tolerantes con las distintas religiones, puesto
que de este modo ganaban dinero. Para ellos, cuantas más religiones más dinero.
Por lo tanto, era algo bueno si la nueva religión de Mahoma atraía a más gente
al culto.
Sin embargo, pronto las cosas
empezarían a torcerse, cuando el tono de las enseñanzas de Mahoma dejó de ser
tan tolerante. Mahoma enseñaba que su religión era la correcta, lo que estaba
bien, pero decía que el resto de religiones eran falsas, lo que era
problemático. Se burlaba de las otras religiones y ridiculizaba a sus dioses.
Lo que era aún peor para los Quraish era el hecho de que Mahoma asegurase que
dado que sus antepasados no eran musulmanes, estos ardían en el infierno. Esta
idea era intolerable para los Quraish, que consideraban que los antepasados
eran sagrados. Le pidieron que parase y volviese a promover su religión sin
dañar la suya.
Cuando se negó, los Quraish
quisieron matarle. Por desgracia para ellos, Mahoma aún contaba con la
protección de su poderoso tío, Abu Talib. Los Quraish intentaron convencer al
tío para que entregase a Mahoma para que así pudieran matarle, pero él se negó
de forma tajante.
Estaba claro que Mahoma era un
orador carismático, que cada vez tenía más seguidores y esto incrementó las
divisiones dentro de la comunidad. Había peleas y constantes disputas. La Meca
era una ciudad pequeña y todos se conocían.
Lo que una vez había sido una
comunidad pacífica y productiva, ahora se encontraba muy dividida entre los
Quraish y los nuevos conversos que se llamaban musulmanes (que significa «aquel
que se somete»).
Algunos de los musulmanes menos
poderosos y, sobre todo, los esclavos que se habían convertido sufrieron a
manos de los Quraish; sin embargo, el tío de Mahoma fue capaz de evitar que les
ocasionaran daños graves. Algunos de los ciudadanos de La Meca que se habían
convertido eran parte de los miembros más fuertes y poderosos de la comunidad y
cada vez fue más complicado para los Quraish resolver el problema que planteaba
Mahoma. Aunque les había llamado estúpidos, había insultado a sus dioses y
asegurado que sus antepasados ardían en el infierno, fueron incapaces de
detenerle.
Los Quraish intentaron razonar e
incluso llegar a un acuerdo con Mahoma. Le ofrecieron dinero y el liderazgo de
la tribu si dejaba de predicar. Mahoma se negó, insistiendo en que era el único
mensajero de Alá y no tenía elección.
Comentarios del autor:
Antes de que me adentre más en el
islam, quiero hacer una breve revisión del cristianismo. Nos guste o no, si uno se ha criado en un país
occidental, su ética y el concepto del bien y del mal están basados en las
enseñanzas del cristianismo; lo mismo sucede con las leyes creadas por nuestra
sociedad. Las personas que han crecido en distintas culturas pueden tener una
definición diferente de lo que está bien y lo que está mal. Por ejemplo, lo que
un vikingo habría considerado correcto, hoy en día probablemente sería visto
como antisocial en Dinamarca.
El islam tiene un sistema moral.
Para explicar los principios morales a veces los compararé con los cristianos,
no porque esté promoviendo el cristianismo, simplemente porque la mayoría de
occidentales (entre los que me incluyo) los comprendemos mejor que si hago
referencia al hinduismo o al budismo.
La base de la ética cristiana (y
judía) se encuentra en los diez mandamientos, que seguramente conoce: no robar,
engañar, mentir, matar, desear lo que es de otro, etc. Estos mandamientos
culminan con la regla de oro:
«Trata a los demás como querrías que te trataran a ti».
De la regla de oro provienen el
resto de principios como la libertad de expresión, el imperio de la ley, la
igualdad, la tolerancia, etc. que sirven de fundamento de las leyes y
costumbres de la mayoría de los países occidentales. Al crecer en una sociedad
basada en esta regla de oro, tendemos a creer que es una regla universal y ni
por asomo nos parece una idea radical. Sin embargo, deberíamos tener en cuenta
que el hombre que popularizó esta regla hace 2000 años acabó clavado a un árbol
por ello.
A pesar de esto, la idea se extendió
y continuó ganando adeptos. Cuando Mahoma nació, el cristianismo era la
religión dominante en la mayor parte de Oriente Próximo, el norte de África y
Europa.
No obstante, la regla de oro y los
diez mandamientos NO SON la base de cualquier religión y sociedad. Como pronto
verá, está claro que tampoco son la base del islam.
La dificultad a la hora de explicar
el islam es que, en cierto modo, es como un puzle gigante.
Podría mostrar solo una pieza del
mismo y decir, por poner un ejemplo, que es la nariz de un tigre. Incluso si no
se parece a la nariz de un tigre, hasta que no la coloquemos con el resto de
piezas no veremos cuál es en realidad. Algunas de las cosas que escribo pueden
resultar extrañas, quizás hasta ridículas, a alguien que se ha criado en un
país occidental, con unos principios morales basados en el cristianismo, pero
siga adelante. Con un poco de suerte, cuando termine el libro será capaz de ver
cada una de las piezas dentro del contexto general.
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