Tras la batalla de Badr
los habitantes de La Meca querían vengarse. Prepararon un ejército y marcharon
hacia Medina. Una vez allí, acamparon fuera de la ciudad y esperaron a Mahoma.
Él, por su parte, prefería esperar hasta que atacasen la ciudad para utilizarla
como defensa, pero muchos de sus impulsivos guerreros se sentían invencibles y
querían salir a enfrentarse al enemigo. Mahoma finalmente accedió y marchó con
sus hombres al encuentro del ejército de La Meca en un lugar llamado Uhud.
El inicio de la batalla
favorecía a los musulmanes, que ahora luchaban con una valentía suicida, pues
confiaban en que la muerte les llevaría al paraíso. Los guerreros de La Meca
perdieron la posibilidad de comunicarse con su campamento, que era donde tenían
suministros y objetos de valor.
Mahoma había llevado un
grupo de arqueros para proteger la retaguardia. Al ver que el ejército de La
Meca se había quedado incomunicado, los arqueros avanzaron para ser los
primeros en hacerse con el botín. Esto dejó al ejército de Mahoma expuesto y la
caballería de La Meca cargó contra las defensas musulmanas, destrozándolas.
Mahoma tuvo que huir
para salvar la vida y su ejército fue derrotado. Por suerte por él, los
guerreros de La Meca no aprovecharon esta ventaja. Habían acudido en busca de
justicia tribal y era justo lo que habían obtenido. Como pasa con la mayoría de
sociedades que recurre a la violencia, los ciudadanos de La Meca tenían un
objetivo. Una vez que lo habían conseguido, bajaron las armas y volvieron a sus
casas.
Para muchos musulmanes,
la derrota en Uhud fue una importante llamada de atención. Hasta entonces,
creían que Alá estaba de su lado y que por eso eran invencibles. Mahoma, tan
inteligente como siempre, utilizó este revés en su beneficio.
Explicó a los
musulmanes que Alá les estaba poniendo a prueba. Si solo daba victorias
fáciles, Alá no podría ver con claridad quiénes eran los auténticos seguidores.
También era importante que los usulmanes aprendiesen a luchar principalmente
por la gloria de Alá y el progreso del islam. El botín de guerra no era más que
un premio adicional. Concentrarse en los placeres de la vida había provocado su
derrota y Alá no estaba contento con ellos.
Extracto del Corán:
3:140 Si has sido herido, ten por seguro que lo mismo
le ha pasado a tus enemigos. Ocasionamos desgracias a la humanidad por turnos, para que Alá pueda ver quiénes son
los auténticos creyentes y para que podamos elegir a los que serán mártires.
Alá no ama a aquellos que hacen el mal.
3:142 ¿Creías que te permitirían ir al Paraíso antes
de que Alá te pusiera a prueba para ver quién luchará por su causa [yihad] y
aguantará hasta el final?
Comentarios del autor:
En la guerra, uno de
los factores clave para la victoria es mantener buen ambiente en la tropas.
Esto es fácil cuando tienes éxito todo el tiempo, pero una serie de derrotas
puede hacer que los soldados pierdan la esperanza y el deseo de luchar.
Mahoma, con su
genialidad habitual, le dio a sus guerreros inspiración divina para que
luchasen tanto si ganaban como si perdían. No se lucha solo para ganar, les
dijo, Alá nos lo ha asegurado, se lucha para que Alá pueda valorar vuestra
devoción y os premie con el paraíso. Esta es la siguiente regla de la yihad,
que garantiza el ánimo entre los soldados musulmanes, incluso en situaciones
desesperadas.
Reglas de la yihad:
7) Nunca te rindas,
incluso cuando pierdas.
Tras la batalla de
Uhud, Mahoma volvió a enviar a sus asesinos a matar al líder del grupo
opositor. Con la bendición de Mahoma, engañaron al hombre, le hicieron creer
que eran amigos y se aprovecharon de su confianza para acercarse tanto como
para matarle. Mahoma empleó este tipo de operación engañosa en muchas ocasiones
para asesinar a sus oponentes políticos.
Extracto de La Sira:
I681 Uno de los ghatafans se acercó a Mahoma y dijo que era musulmán,
pero nadie más lo sabía. Mahoma le dijo: «Ve y siembra la desconfianza entre
nuestros enemigos. La guerra es engaño».
Extracto del Hadiz Sahih Bukhari:
B4,52,268 Mahoma dijo:
«La guerra es engaño».
Mahoma era un maestro
de la psicología y utilizaba con frecuencia el engaño para obtener ventaja
sobre el enemigo. También animaba a sus seguidores a hacer lo mismo.
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